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Las emociones en tiempos de pandemia

Existe una necesidad cada día más extendida entre la sociedad, pero poco atendida desde las instituciones: la Salud Emocional. Según los profesionales de la psicología, todas las medidas puestas en marcha por los diferentes gobiernos para atajar la propagación del virus, más allá de mostrarse insuficientes, afectan de un modo considerable el bienestar emocional de las personas.

En general, en mayor o menor medida se siente miedo, incertidumbre, tristeza, hastío, preocupación, culpa y también, como no, hay unos pocos momentos felices. A través de los medios de comunicación recibimos esperanza por los nuevos horizontes que se abren, frustración porque los que no se concretan o lo hacen mal y también alegría por las evidentes muestras de solidaridad humana. En definitiva, una montaña rusa de emociones.

Durante el día disponemos aún de muchos estímulos y eso nos mantiene distraídos. Y si tenemos la suerte de trabajar, aún más. Pero en los momentos de baja actividad o por la noche ya en la cama, se desencadenan pensamientos, preocupaciones y miedos. Ansiedad…

Además, y de la misma forma que la COVID afecta de manera diferente a las personas según su condición de salud, existen grupos para los que toda esta situación de aislamiento e incertidumbre conlleva mucha mayor dificultad. Sin duda, la gente mayor resulta especialmente tocada, pero el colectivo de super afectados es más amplio y no está únicamente sesgado por edad o condición social. Hay un factor determinante que es común denominador por igual y que podemos definir como el grado de vulnerabilidad emocional.

Aquí queremos centrarnos por un momento en las mujeres en transición a la menopausia. En esa franja de edad, las mujeres tienen más riesgo que los hombres de padecer un trastorno de ansiedad y la prevalencia de la mayoría de los trastornos de ansiedad en el caso de las mujeres duplica a la de los hombres debido a los bruscos cambios hormonales que experimentan durante esta etapa.

En ese sentido, un estudio publicado por Elsevier en 2016

(Los trastornos de ansiedad durante la transición a la menopausia A. Carvajal-Lohr, M. Flores-Ramos, S.I. Marin Montejo y C.G. Morales Vidal)

asegura:

“El hipoestrogenismo resultante de esa transición determina reducción de la biodisponibilidad de los neurotransmisores y disminuye considerablemente los niveles de adrenalina, acetilcolina, histamina, glutamato, aspartato, glicina, -alanina y taurina, entre otros. El descenso estrogénico produce cambios neuroendocrinos en distintas áreas del cerebro, ocasionando a nivel hipotalámico sintomatología vasomotora, trastornos en las conductas alimentarias y alteración de la presión arterial y a nivel del sistema límbico, trastornos psicológicos como depresión, ansiedad e irritabilidad.”

Ese mismo estudio recomienda el uso de la terapia hormonal para tratar los síntomas de ansiedad leves que, por otra parte, son afortunadamente los más comunes. Para trastornos más graves como el TAG (trastorno de ansiedad generalizada) o el TP (trastorno de pánico), obviamente se necesitará de psicofármacos.

Los estrógenos protegen la salud cardiovascular, la de la vagina y el tracto urinario, la densidad ósea, la cognición… Es necesario, cuando está indicado, reponer esos niveles bajo la supervisión de un especialista. Consulte con nuestros médicos acreditados:

Cerramos este pequeño artículo con unas sencillas y efectivas recomendaciones ampliamente compartidas por los especialistas:

  • Dedicar tiempo del día a trabajar, a estudiar y en general a conseguir algún reto que implique esfuerzo, que haga que te sientas útil y capaz de luchar por un objetivo.
  • Realizar a diario actividades gratificantes que te hagan sentir bien.
  • Dedicar tiempo al ejercicio físico diario.
  • Encontrar momentos para relacionarte con familiares y amigos online.
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